El pasado 12 de mayo se cumplieron 73 años de la inauguración de la Parroquia Cristo Rey merced  a la labor incansable de la Comisión de Damas de nuestro pueblo que por entonces bregaban por la formación religiosa de la comunidad.
En la búsqueda de protagonistas de aquella jornada en la que muchos recibieron el sacramento durante una ceremonia especial, El Espejo visitó a una memoriosa convecina. Lucía Luciano de Hatrick, a quien con cariño llaman Lucha, para recordar esa jornada. Pero la agradable charla nos llevó hacia otros temas, en los que se revelan muchos detalles de la vida en aquellos años. A sus 86, Lucía atesora con nitidez un sinfín de recuerdos y los comparte en la cocina de su casa, donde todo luce impecable…hasta su dorado cabello que ella misma se marca cada mañana.
Pero volviendo a aquel día de mayo, nos cuenta “Yo tenía casi trece años y las que me enseñaron el catecismo fueron la señora del Doctor Meier y la señora de Martínez, que el esposo era farmacéutico. Ella tenía piano y nos enseñaba a cantar y todo. Ya en mi casa había auto y mi hermana mayor –Maruca- manejaba el coche. Entonces veníamos dos veces por semana, y a la escuela íbamos a Pessagno, a caballo.”

¿Dónde vivían exactamente?
Hasta que me casé viví en el campo, el establecimiento se llamaba Las Acacias. Siempre estuvimos muy bien porque eran muy trabajadores mis padres, eran italianos, mi papá vino de 8 años y mi mamá –de apellido Iarossi -  vino en la panza, eran de Castelli. Cuando se casaron ya tenían hijos, hijas en realidad porque las mayores eran mujeres, y se vinieron a trabajar a Lezama. Pero desde que tengo uso de razón eran tan trabajadores que ya habían podido comprar un pedazo de campo y tenían auto y todo. Lo compraron en el año 27, cuando yo nací, era un Whippet.

¿Y eran muchos hermanos, no?
¡Doce!...Doce hermanos, un familión, pero vivíamos bien. A papá no le gustaba tener tambo, así que tenía ganadería y agricultura. Y todos ayudábamos, porque había árboles frutales y se hacía dulce, las chicas mayores ordeñaban y hacían manteca, postres; había chanchos y la matanza de chanchos era una ceremonia porque venían los vecinos…Se vivía muy bien, trabajando sí, ayudando porque había quinta también y todo lo que una familia necesita había en casa.

¿Qué recuerda del día de su Primera Comunión?
No se si papá o mamá nos anotaron en lo de la Señora Cata Martínez, pero no me acuerdo cuanto tiempo nos preparamos para tomar la comunión. Sí tengo muy presente que ella tocaba el piano y siempre cantábamos el himno a Cristo Rey que es tan lindo.

¿Cuantos fueron los que tomaron la comunión?
Era mucha gente, chicos y personas más grandes también. Yo no conocía a todos porque era de campo pero me acuerdo de los hermanos D’auro – Nené y Teté- el sacerdote; Laura López; las chicas de Caputo;M Tita Toledo de Landa; Lida Páez y otros que ya son fallecidos. Eran muchos, yo tenía 13 años pero también estaban mis primas, hermanas de Teresita Luciano que eran mayores, mis hermanos Clemen y Mario, que son fallecidos.

Y tuvieron el honor de estrenar la flamante parroquia…
Sí, la iglesia fue construida por los hermanos Tagliaferry y la comisión de Damas era la que hizo posible juntar fondos para hacerla. Me acuerdo de muchas de ellas, la presidenta era Antonia, la abuela de Julio César Alfonsín, estaba la señora María Elena Salomone, la señora de Meier, la Sra. De Alfonsín de Abal, la Sra. De Sarthou, Benita Compás. El padre Arrebillaga, que era el principal de la catedral de Chascomús, dio la misa y siguió viniendo todos los domingos hasta que nombraron el primer párroco.

¿Qué tenía puesto ese día?
Mi mamá cosía y nos hizo vestidos largos, blancos, con unos cordones blancos con nudos como tienen algunas vírgenes, de mangas largas  y un rosario en la mano. Teníamos el cabello rubio con ondas, no me acuerdo si lo llevábamos suelto…

¿Cómo siguió ese día después de la misa?
La comunión fue a la mañana y después se sirvió un chocolate en el Hotel Compás, que se llenó de chicos y nos atendieron los mozos del Hotel Compás. Las señoras de la comisión miraban que todo estuviera bien, me acuerdo que María Elena, la mamá de Niní Codazza hacía el chocolate todos los años  y lo servían en el hotel Compás.

Ha  sido siempre una persona muy inquieta, participando en comisiones y grupos…
Sí, soy una ciudadana común que siempre trató de ayudar. Fui catequista muchos años con la señora de Marzana cuando tomaron la comunión mis hijos, hace cincuenta años más o menos. Después en la cooperadora del hospital estoy desde el año ’83, cuando entró de director el Dr. Turrín de director. Los chicos de la comisión me hicieron un homenaje y me regalaron un cuadro cuando hizo veinticinco años creo.
En el club Independiente también, Manuel mi esposo estaba en la comisión, después compañeros que ya no están como Varela, Pepe Rivas, Sarrú, Laborde, el marido de Susana Etchegoyen y otros.